En el modelo tradicional, el líder encarna los valores de la organización a la que pertenece. Puede ser una empresa, una institución o un país, La misión del líder siempre es articular la visión hacia donde quiere ir y transmitir los valores que representan tanto la visión en sí misma como el camino necesario para alcanzarla. Estos valores suelen ser estables en el tiempo y no varían mientras la visión y el contexto en la que ésta se construye permanecen también sin grandes cambios.
En el mundo hiperconectado, el líder puede articular visiones de largo alcance, pero también algunas de vigencia muy corta porque se construyen sobre una idea que inmediatamente se ofrece a la comunidad para que la analice, la adopte y la mejore. En este contexto hay valores inmutables: la generosidad para aceptar que tus aportaciones sean compartidas con muchos y que éstos las reciban, las mejoren y las vuelvan a proponer de otra forma a la comunidad.
Esto nos abre un debate interesantísimo sobre la capacidad de la comunidad para convertirse en líder por sí misma, ejerciendo un modelo de liderazgo como consecuencia de adoptar una entidad única, independiente de las identidades de todos los que la componen. Cuando esto ocurre la contribución de los miembros a la comunidad y el sentido de pertenencia se convierten en valores de enorme importancia que son el alimento esencial de esta entidad.
En el coaching de sistemas relacionales se desarrollan herramientas eficaces para estimular que las voces del sistema se puedan escuchar y reflejen la realidad de aquello que está pasando en el sistema en este preciso momento. Igualmente, el líder debe asegurarse de que todas las voces de la comunidad a la que pertenece son oídas. Incluso las menos populares o las incómodas. Todas ellas son señales de lo que está pasando en la vida de la comunidad en este momento.
Para que esto adquiera una dimensión creativa o productiva, hace falta que los valores de apertura, tolerancia y aceptación de la crítica constructiva estén muy arraigados y fluyan sin necesidad de refuerzo permanente. La capacidad de co-creación se nutre constantemente de su propio resultado.
El líder de hoy tiene que tener en cuenta las audiencias a las que se dirige. Es imprescindible tener una presencia definida en las redes sociales que difumina a veces la frontera entre la vida personal y la profesional. De hecho, las dos se funden en la nueva vida social digital. Esto no implica que se renuncie a la intimidad, pero la gente quiere seguir a líderes que tienen alma, que opinan, que muestran sus emociones y generan empatía. Esta manera de dirigirse a las audiencias hace pensar que el líder considera a sus seguidores y clientes como sus amigos y comparte con ellos sus inquietudes.
Para ejercer un liderazgo positivo, hace falta ser generoso y abrir una parte de tu vida a la curiosidad de los demás. Aceptar que tus ideas puedan ser comentadas y aprender del impacto que generan.
Los líderes del mañana tendrán claro que su crecimiento dependerá del crecimiento de la comunidad que lideren.
Por Luis Ezcurra/ Executive Coach y Partner de Augere